Booz en el asunto, un encuentro más bien natural y espontáneo, como si se tratara de una cuestión de poca monta; pero cuanto antes mejor. Por eso, Booz se sienta en la puerta, sabiendo que tarde o temprano el pariente habrá de pasar por allí camino a sus terrenos y que podrán despachar el asunto enseguida. Y, he aquí, sale el pariente: aunque el encuentro era buscado por Booz, la providencia divina sigue ordenando las circunstancias (cf. 2:4; 3:8). Llama la atención la sencillez y humanidad de la
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